Finalmente llegó el día de la conferencia de Junger en México. Fue todo un torbellino en mi vida el crear Alternativa con mi amiga Ana Carral y el hacer posible la producción de este evento. Me siento tan cansada como al día siguiente de mi boda! Pero en realidad este escrito no es sobre la conferencia ni sobre Alternativa o Junger. Para eso necesito unos días más de digestión. Mi escrito de hoy es porque el sábado me sentí súper identificada con la pregunta de una chica, que por cierto conozco perfecto y es mi amiga. Cuando la escuché, me escuché.
Preguntaba por qué si ha hecho tantas limpiezas de cuerpo y si come de manera limpia no puede deshacerse de los kilos que le sobran. Yo tuve a mi hija y en el proceso de lactancia bajé todo lo que subí en el embarazo y más! Todo iba perfecto hasta que dejé de lactar y de pronto mi cuerpo se volvió loco hormonalmente. Mi cuerpo de pronto ya no estaba embarazado ni tenía como labor principal el producir leche y comenzó su ciclo de mujer de nuevo, lo cual estaba increíble también pero comencé a subir de peso sin explicación alguna. No me entregué a las conchas y al frijol, sigo comiendo en la famosa relación 80/20 (80% limpio y 20% de permisos) pero me inflé y no sé cómo bajar esa pancita que no es nada tierna cuando no traes un bebé adentro. Lo peor es cuando la gente se pregunta qué onda contigo y tus kilos de más, sobretodo si tu labor es difundir salud y formas saludables de comida. Porque nadie te pregunta de frente pero lo sientes. La gente cree de pronto que te falta congruencia pero no es necesariamente cierto. Me dieron ganas de abrazar a esta chica y de abrazarme a mi, me dieron ganas de decirnos que nuestros kilos pueden ser por muchas razones hormonales o emocionales, pueden ser por estrés o simplemente porque nos hace falta trabajar más cosas a nivel espiritual. Lo que quiero compartir es que no estamos solas cuando nos pasa ésto. Que vale la pena seguir limpiando el cuerpo, el alma y el corazón. Que vale la pena seguir haciendo terapias de desbloqueos emocionales y que lo más importante es no echarnos la culpa o enojarnos con nuestra lonja. Hay que analizar nuestras actividades diarias y ver qué puede estar boicoteando el camino a reconciliarnos con nuestro cuerpo físico. Yo soy tú y tú eres yo. Ánimo a las que vivimos esta batalla.