El 19 de septiembre cerré la tienda de la Roma porque estaba en peligro debido a que el edificio de enfrente quedó dañado y debe demolerse.
Los dos meses que han pasado desde ese día han sido muy raros a nivel interno. Primero se vino la urgencia de ayudar y de hacer algo por la gente que lo necesitaba, después me atropelló mi propia realidad al darme cuenta que las cosas iban en serio con el cierre de una tienda que todavía no cumplía ni un año. Cuando abro un local es con todo el amor y deseo de que sea por muchos años, sin embargo esta vez tenía que cerrar por fenómenos naturales.
No importaba cuánto hiciera o dejara de hacer, esta vez tenía que rendirme ante las circunstancias y entender que en cada muerte nace algo nuevo.
¿Qué hacer con la gente que trabaja conmigo? Infinidad de cuestionamientos y temas a resolver desde el mejor lugar posible, con amor y consciencia.
Finalmente hoy entré a #KayRoma para vaciarla, para dejar atrás ese capítulo de la historia de Kaypacha, mi hija de en medio.
El universo y el Gran Espíritu me dan el regalo, una vez más, de tener cerca a personas que son como ángeles que me cuidan para hacer más fáciles las tareas de este mundo. Así surge la posibilidad de abrir una tienda para esta temporada, en ella vamos a trabajar para dar servicio a la zona centro y sur de la ciudad, con el mismo amor y actitud de siempre.
Vamos a estar de diciembre a febrero, tal cual como una tienda de temporada, reactivando cada una de las células que se quedaron paralizadas a nivel externo e interno durante estos meses.
Hoy se cierra un capítulo de nuestra historia con un sentimiento agridulce por lo que no se hizo y con la emoción de todo lo que está por suceder.
Curiosamente sucede en el día en que se celebra la gratitud. Es así como lo vivo, desde la gratitud de estar todos con bien y con grandes posibilidades por delante.