TERMINANDO EL SÉPTIMO SEPTENIO

De acuerdo con la cosmovisión que Rudolf Steiner tuvo del ser humano y su desarrollo espiritual, se refirió a lo que denominó “septenio”, que es la biografía de una persona cada siete años. Habló también de su crecimiento en términos físicos, anímicos y espirituales.

En los primeros tres septenios se consolida nuestro cuerpo físico. Una vez que este ya se formó, desarrollamos el cuerpo anímico entre los 21 y los 42 años, época en la que podemos aceptar la vida y lo que venimos a aportar al mundo. Finalmente llegamos a la etapa de los 42 en adelante, que finalmente nos lleva a nuestro desarrollo espiritual, en donde el alma se pone al servicio del Yo para podernos expresar en amor, aceptación y humildad.

Me encuentro a punto de concluir mi séptimo septenio, deseando haber abierto vías de creatividad para hacer lo que me toca hacer. Tuve a mi último hijo, cambié de profesión, y eché a andar nuevos proyectos; ahora, me acerco con gracia a mi etapa de menopausia. Con la mayor gracia y aceptación posible. Amándome y amando todo mi entorno.

En este periodo de vida, la creatividad y el servicio es lo que nos llena de vigor. El trabajo con nuestro espíritu es lo que nos permite convivir de manera amorosa con la pubertad de nuestros hijos, para encaminarlos a un término de desarrollo de su etapa física.

Me siento honrada de terminar este septenio, y comprometida a dar lo mejor de mí a quienes me rodean, empezando por mí, dándome lo que necesito, lo que realmente me va a permitir crecer por dentro y aportar a mi comunidad.

Gracias a los que están, y a los que estuvieron pero que hoy no están más.
Gracias a todos los reinos que me rodean y me conforman.
Que mis 49 me den más paz y entendimiento para seguir desarrollando mi Yo espiritual.

Tatiana

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